La vida es un ratico
Recientemente volví a activar Borrongonga, la cuenta de Instagram que tengo sólo para temas de mi blog. Y fue por medio de esta red que, en los últimos meses, he leído varias noticias tristes que me han impactado bastante.
Dos mujeres que había seguido desde hacía mucho tiempo, porque compartimos la supervivencia del cáncer de seno, habían fallecido. Me impresionó mucho, aunque no las conocía en persona y nunca había hablado con ellas.
Primero, porque ambas eran mujeres muy jóvenes (creo que no tenían ni 30 años); segundo, porque me hizo valorar aún más mi vida, mi salud y el desenlace que tuvo la historia de mi cáncer y, tercero, porque simplemente nunca me imaginé que mujeres tan llenas de positivismo y esperanza, tan involucradas y comprometidas dentro de la comunidad de sobrevivientes y con tanto que aportar, pudieran retroceder de esa manera y, de un momento a otro, morir.
Hace más o menos un mes me enteré de la muerte del esposo de una amiga de infancia con la que había perdido el contacto en los últimos 2 o 3 años. Lo diagnosticaron con cáncer de páncreas y, aún estando bajo los mejores cuidados médicos, no pudo sobrevivir. La noticia no sólo me conmovió sino que tocó las fibras emocionales más profundas porque llegué a conocerlo y hablar con él en varias oportunidades y me parecía un ser humano ejemplar, un esposo excelente y un padre maravilloso.
Y, como si eso fuera poco, hace dos semanas y, también por medio de las redes sociales, me enteré de la muerte de la esposa de un buen amigo que vive en Francia – también de cáncer de páncreas. A ella no tuve el gusto de conocerla en persona, pero sí pude percibir mucho por medio de las redes sociales y los mensajes que intercambiamos durante el transcurso de nuestra “amistad de redes” y me parecía una mujer y madre divertidísima, positiva y extraordinaria. La noticia me cayó como un balde de agua helada y me entristeció profundamente.
Y bueno, para terminar de completar esta avalancha de noticias tristes, hay una mujer increíble, que vive en Inglaterra, a quien tampoco conozco pero sigo también desde hace mucho tiempo, porque es sobreviviente de cáncer colorrectal. Desconozco muchos de los detalles de su diagnóstico inicial pero sé que antes de tener cáncer era profesora de un colegio y, luego del diagnóstico y tratamiento, decidió dedicarse a escribir un libro y también es columnista de uno de los periódicos de su país.
Para la época de Semana Santa, la internaron para realizarle un procedimiento y parece que agarró una infección la cual quisieron tratar con antibióticos fuertes, pero su cuerpo no resistía el tratamiento, así que decidieron bajar la dosis de antibióticos, pero esto significaba que la infección terminaría acabando con ella. Por esta razón, decidió irse a su casa a estar con su familia y sólo recibir atención paliativa y así esperar a que su cuerpo simplemente deje de funcionar.
Durante todo este proceso, abrió un fondo de donaciones para el hospital que la había tratado y también para beneficiar la investigación del tratamiento de cáncer colorrectal.
En cuestión de más o menos una semana ya había recaudado 5 millones de libras esterlinas. Esta mujer es increíble y no solo eso. También recibió el título de Dama del mismo Duque de Cambridge, alcanzó a publicar un segundo libro (que está en primer lugar en las listas de preventa de Amazon) y, más recientemente, sacó una línea de camisetas para seguir recaudando fondos.
No sé cuánto le queda de vida a bowelbabe, su nombre en Instagram, pero sé que no es mucho. En las fotos que publica últimamente se le ve bastante delgada y está en silla de ruedas porque ya no puede caminar. Tiene 40 años, está casada y tiene dos hijos pequeños.
Mi intención no es escribir acerca de noticias tristes ni ser una aguafiestas. Lo que quiero es reflexionar sobre lo que esto significa para mí, ya que es algo que me toca muy de cerca.
Yo tuve la suerte de sobrevivir, sí. Pero a lo mejor parte de eso no fue suerte en lo absoluto, sino más bien una combinación de varias cosas. Un cáncer altamente tratable, un diagnóstico temprano, el apoyo de mi familia, mi actitud positiva… pero más allá de eso y, para los que somos creyentes, no era mi hora y Dios quería otro desenlace para mí.
Mi diagnóstico fue hace 16 años y en todo este tiempo he pasado por muchas más pruebas y, después de haber aceptado que no iba a poder tener hijos, soy mamá de un precioso niño de 8 años.
Entonces me pregunto, ¿qué mensaje me está llegando con estas noticias que he recibido por medio de diferentes fuentes? Soy una persona agradecida – y mucho – y no sólo valoro haber sobrevivido, sino también todas las bendiciones que tengo en mi vida. Pero, ¿habrá algo más grande que pueda hacer? ¿Cómo puedo devolver un poco de todo lo que he recibido? ¿Qué propósito ha tenido mi línea de tiempo hasta ahora?
Con esta reflexión cierro mi semana. Agradecida por poder aprender de otros, bendecida de tener salud para poder disfrutar a mi hijo y poder estar con mis padres, muy feliz y, más consciente que nunca, de que la vida es un ratico y debemos vivirla al máximo, sin quejarnos, siempre pensando que hay alguien que la lleva peor que nosotros y otros que – viviéndola plenamente y aportando tanto – no la logran.
Quiero dedicarle este artículo a cinco personas maravillosas:
Ameera Kahn
Angelique Von La Seine
Dame Deborah James
Nalie Agustin
Oscar Sabillon