El arte de amar y dejar ir
Esta es la traducción de un artículo que escribí en 2018.
Enamorarse puede ser una experiencia maravillosa, pero cuando el rechazo o una ruptura llegan de manera inesperada, ese mismo amor puede tornarse doloroso y sombrío.
A menudo, nos dejamos cautivar por el lado romántico, aventurero, emocionante y superficial del amor, dejando en segundo plano su profundidad y complejidad. En nuestra soledad o desesperación por conectar con alguien, abrimos demasiado rápido las puertas de nuestro corazón, permitiendo la entrada de personas que, quizá, no merecen un lugar en él.
Es curioso cómo un día no podemos imaginar nuestra vida sin alguien, y al siguiente nos cuestionamos si realmente llegamos a estar enamorados de esa persona. El amor es un sentimiento complejo y volátil, pero el verdadero amor no desaparece. Puede debilitarse, fluctuar o incluso necesitar pausas prolongadas, pero si es auténtico, siempre permanece.
Me gusta pensar en el amor como un conjunto de capas. Las exteriores son las más ligeras y divertidas: románticas, emocionantes y llenas de aventura. Las internas, por otro lado, son profundas e intensas, requiriendo esfuerzo, dedicación y compromiso. Sin embargo, muchas personas prefieren quedarse en las capas exteriores. Cuando llega el momento de adentrarse en las capas internas, algunos deciden escapar, reconociendo que no están realmente enamorados o que no están dispuestos a comprometerse con ese trabajo adicional.
Otras personas dan el paso hacia las capas internas, pero en algún momento se enfrentan a la realidad de que ya no están enamoradas. Pese a esto, permanecen en la relación debido a hijos, negocios compartidos, intereses comunes, amistades, o simplemente por la comodidad y el miedo a un cambio drástico en sus vidas.
Esto me lleva a preguntarme: ¿he estado realmente enamorada alguna vez?
Tras reflexionar profundamente, acudir a terapia y dedicarme a investigar sobre el amor en los últimos dos años, puedo decir que sí, estuve enamorada una vez, cuando era muy joven. Probablemente, eso explica por qué, en los últimos 15 años, me ha resultado «fácil» dejar de estar enamorada, ya que, de manera inconsciente, he gravitado hacia las capas más superficiales del amor, quedándome en un limbo emocional.
He logrado descifrar muchas piezas de este rompecabezas, entendiendo cómo mi perspectiva sobre el amor y las relaciones cambió al crecer y vivir en el extranjero. Sin embargo, todavía me quedan piezas por descubrir y comprender.
¿Cómo sabemos si estamos dejando de estar enamorados?
Algunas señales claras son la falta de entusiasmo hacia nuestra pareja o cuando las dudas y los cuestionamientos comienzan a apoderarse de la relación. Las personas emocionalmente inteligentes son capaces de gestionar sus emociones, colocándose en una posición de control al momento de dejar de amar.
Mientras investigaba, encontré estrategias interesantes que pueden ayudar en este proceso. La bloguera y escritora Rezzan Hussey describe dejar de amar como una habilidad que cualquiera puede dominar con un poco de dedicación y paciencia. De sus teorías, y basado en mis propias experiencias, destaco tres consejos útiles para superar una ruptura amorosa, sanar y abrirnos nuevamente al amor verdadero:
- Acepta la realidad: Deja de sobre-analizar y obsesionarte con lo que pudo ser.
- Mantente ocupado/a: Llena tu vida con trabajo, pasatiempos o nuevas actividades.
- Desidealiza el pasado: Recuerda los defectos y realidades que a menudo ignoramos al idealizar a alguien.
Enamorarse requiere valentía, pero, en mi opinión, se necesita aún más coraje para tomar la decisión de dejar de amar cuando una relación ya no es adecuada, saludable o satisfactoria.